ASUNTO N.º 2/2024 - "CRISTO REY"

 DIÓCESIS DE ROMA
ASUNTO N.º 2/2024


MONSEÑOR PABLO KYNAST
POR GRACIA DE DIOS Y DE LA SANTA SEDE APOSTÓLICA
NUNCIO APOSTOLICO PARA LA IGLESIA EN MINECRAFT

Queridos hermanos todos:

Hoy celebramos la fiesta de CRISTO REY. Cristo delante de Pilatos afirmó tres veces que Él Era Rey, en el mismo sentido que lo entendía Pilatos. “Luego en definitiva ¿Tú eres Rey? – Tú lo has dicho”; o sea “estás en lo cierto”. Es cierto que le dijo: “Mi Reino no es de aquí”; pero no dijo: “mi Reino no está aquí”. Usó el adverbio “hinc” (“Regnum meum non est hinc” Jn. 18,36) que indica movimiento y no existe en castellano. Ese adverbio “hinc” significaba tres cosas juntas: “Mi Reino no procede de este mundo; mi Reino está en este mundo; mi Reino va de este mundo al otro mundo”. 

Es un “pobre rey” aparentemente, que hoy en día no reina mucho, puesto que si reinara, el mundo andaría mejor. Una gran parte del mundo ni siquiera lo conoce; otra parte lo conoce y reniega de él, como los judíos: “No queremos que Éste reine sobre nosotros”, finalmente otra parte lo reconoce en las palabras y lo niega prácticamente en los hechos; que somos los cristianos cobardes. Pero hay esto que tambien noto Cristo: que si a un Rey se le sublevan los vasallos, no deja de ser Rey mientras conserve el poder de castigarlos y avasallarlos de nuevo. Si no tiene ese poder, es otra cosa. Y así hoy los herejes modernistas admiten que Cristo es Rey “en cierto sentido”, pero niegan la Segunda Venida de Cristo. Entonces sí, sería un pobre Rey. Los modernistas, o cambian enteramente el sentido de la Parusía, convirtiéndola en otra cosa o bien dicen que vendrá dentro de 18 millones de años, que es como decir “nunca”. 

Pio XI instituyo la fiesta de Cristo Rey contra el realce de las herejías que se conocen como el liberalismo y el modernismo. Sobre esta última Pio X en la encíclica Pascendi describió el modernismo como el compendio de todas las herejías pues niega asi todas las verdades de fe. 

No hacen honor al Rey Cristo los cristianos que tienen una especie de complejo de inferioridad de ser cristianos. 

Jesucristo vuelve, y su vuelta es un dogma de nuestra fe. 

Es un dogma de los más importantes, colocado entre los catorce artículos de que recitamos en el Credo y hoy cantaremos en la misa. “Et iterum venturus est cum gloria judicare vivos et mortuos.” 

Es un dogma bastante olvidado. Es un espléndido dogma poco meditado. 

Su traducción es ésta: el mundo no continuará desenvolviéndose indefinidamente, ni acabará por azar, dando un encontronazo con alguna estrella, ni terminará por evolución natural de sus fuerzas elementales, sino por una intervención directa de su Creador. 

No morirá de muerte natural, sino de muerte violenta; o por mejor decir de muerte milagrosa. 

El Universo no es un proceso natural, como piensan los evolucionistas o naturalistas, sino que es un poema gigantesco, un poema dramático del cual Dios se ha reservado la iniciación, el nudo y el desenlace; que se llaman teológicamente: Creación, Redención, Parusía. 

Los personajes son los albedriós humanos. Las fuerzas naturales son los maquinistas. Pero el primer actor y director de orquesta es Dios. 

“Varones galileos, ¿que están allí mirando al cielo? Este Jesús que han visto subir al cielo, parejamente un día volverá a bajar del cielo”, dijeron los dos ángeles de la Ascensión. 

Ése será el desenlace del drama de la humanidad: “Mirarán al que enclavaron”. 

El dogma de la Segunda Venida de Cristo, o Parusía, es tan importante como el de su Primera Venida, o Encarnación. 

Si no se lo entiende, no se entiende nada de la Escritura ni de la historia de la Iglesia. El término de un proceso da sentido a todo el proceso. Este término está no sólo claramente revelado, mas también minuciosamente profetizado. Jesucristo vuelve pronto. 

La enfermedad mental específica del mundo actual es pensar que Cristo no vuelve más; o al menos, no pensar que vuelve. 

En consecuencia, el mundo moderno no entiende lo que le pasa. Dice que el cristianismo ha fracasado. Inventa sistemas, a la vez fantásticos y atroces, para salvar a la humanidad. Está a punto de dar a luz una nueva religión. Quiere construir otra torre de Babel que llegue al cielo. Quiere reconquistar el jardín del Edén con solo las fuerzas humanas. 

Está lleno de profetas que dicen: “Yo soy, Aquí estoy. Este es el programa para salvar al mundo”. La Carta de la Paz, el Pacto del Progreso, etc. Todos ligados a la agenda 2030, la onu, la onam, la unesco, claman: ¡Mirenme yo soy!”. 

La herejía de hoy, descripta por el papa santo Pio X, parecería explícitamente no negar ningún dogma cristiano, sino falsificarlos todos. 

Pero, mirándolo bien, niega explícitamente la Segunda Venida de Cristo; y con ella, niega su Reyecía, su Mesianidad y su Divinidad. Es decir, niega el proceso divino de la Historia. Y al negar la Divinidad de Cristo, niega a Dios. Es ateísmo radical revestido de las formas de religiosidad.

Con retener todo el aparato externo la fraseología cristiana, falsifica el cristianismo transformándolo en una adoración del hombre; o sea sentando al hombre en el templo de Dios, como si fuese Dios. Exalta al hombre como si sus fuerzas fuesen infinitas. Promete al hombre el reino de Dios y el paraíso en la tierra por sus propias fuerzas. 

La adoración de la Ciencia, la esperanza en el Progreso y la desaforada Religión al servicio de la ideología del mundo. No son sino idolatría del hombre, o sea, el fondo satánico de todas las herejías, ahora en estado puro. 

De los despojos muertos del cristianismo protestante, galvanizado por un espíritu que no es de Cristo, una nueva religión se esta formando ante nuestros ojos. 

Esto se llamó sucesivamente filosofismo, naturalismo, laicismo, protestantismo, catolicismo liberal y por ultimo modernismo. Todas estas corrientes confluyen ahora y conspiran a fundirse en una nueva fe; que quizas ya tienen sus precursores. 

Debemos tener en nuestro tiempo la verdadera esperanza, no olvida Dios su promesa, como algunos creen; mas obra con paciencia por nosotros, no queriendo que perezca nadie, sino que todos se conviertan. 

“El cielo y la tierra pasaran, mi palabra no pasará”. Es un solemne juramento, y sus promesas son las únicas certezas que tenemos, debemos nosotros entronizar a Cristo en nuestros corazones, en nuestros hogares, en nuestras comunidades. De esta manera estamos reconociendo su realeza. 

El Reinado de Cristo nos desafía a ser testigos de ese amor de Él hasta su segunda Venida. Debemos predicarlo con Parresia mostrando compasión a quienes nos rodean. Cada gesto de amor cuenta, porque en ello vemos reflejado el rostro del mismo Cristo. 

Pidamos entonces poder servir con humildad y alegría al Rey de Reyes y Señor de Señores; Jesucristo Rey del Universo. 

¡CHRISTUS VINCIT, CHRISTUS REGNAT, CHRISTUS IMPERAT!

 Mons. Pablo Kynast
 Nuncio Apostolico

Domingo 24-11-2024

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